Rosario se casó muy chica y sin saber cocinar. Su suegra quien era del pueblo de Rayón, le enseñó a cocinar lo que ellos comían: tortillas de agua, carne con chile, tamales, sopa de chícharo fresco, enchiladas de masa, chile con huevo, machaca, barbacoa, cabeza y menudo. Rosario tiene tres hijos y una hija, todos ellos herederos de las recetas de la abuela. En el presente considera su cocina un “templo”, es por eso que hace algunos años decidió remodelarla para caber solo ella y tener todo elemento indispensable a la mano. Las vecinas le preguntaban si estaba haciendo una “capilla” dentro de la casa y de cierta manera así es: el espacio es tan reducido que sus hijos, nueras, yernos y nietos deben acomodar una silla afuera para ver a Rosario cocinar.
1 comentario:
En cambio a mí me gusta que la cocina sea grande con una mesa donde puedan reunirse mientras cocino yo o a veces con mi hijo o alguna de mis hijas.
Saludos
Publicar un comentario